Estudió Magisterio. Es locuaz, abierto y muy curioso. A José Manuel le hubiera gustado ser periodista y por eso colabora en la revista Bolboreta, de la asociación Morea que, desde O Barco de Valdeorras, trata de romper estereotipos sobre los enfermos mentales.
La celebración del día de la Salud Mental, que se celebró ayer en todo el mundo, llama la atención cada año sobre un colectivo de personas, creciente en número, y que viven entre entremezclados con quienes no padecen esa limitación, aunque tengan otras. La importancia creciente de esta dolencia la demuestran los datos estadísticos. Según el último informe de la Federación de Asociación de Enfermos y Familiares de Salud Mental de Galicia (Feafes) la cifra en el conjunto de la comunidad alcanza las 33.000 personas y los especialistas aseguran que aumentará a lo largo de los próximos años. En este sentido, psiquiatras de reconocido prestigio, como el doctor Rojas Marcos, aseguran que las enfermedades de la mente son las enfermedades del siglo XXI y el doctor David Simón no duda en asegurar que todas las personas presentan alteraciones pero que no se trata de algo preocupante cuando los niveles de autocontrol funcionan.
Las patologías más frecuentes son la esquizofrenia y el trastorno bipolar aunque existen otras que se concretan en lo que comúnmente se conoce como depresión. Se trata de enfermedades crónicas y, por lo tanto, incurables. El doctor Simón sostiene que el paciente tiene que acostumbrarse a vivir con ellas y a tratar de superarse con la ayudad de todos.
La celebración del día de la Salud Mental, que se celebró ayer en todo el mundo, llama la atención cada año sobre un colectivo de personas, creciente en número, y que viven entre entremezclados con quienes no padecen esa limitación, aunque tengan otras. La importancia creciente de esta dolencia la demuestran los datos estadísticos. Según el último informe de la Federación de Asociación de Enfermos y Familiares de Salud Mental de Galicia (Feafes) la cifra en el conjunto de la comunidad alcanza las 33.000 personas y los especialistas aseguran que aumentará a lo largo de los próximos años. En este sentido, psiquiatras de reconocido prestigio, como el doctor Rojas Marcos, aseguran que las enfermedades de la mente son las enfermedades del siglo XXI y el doctor David Simón no duda en asegurar que todas las personas presentan alteraciones pero que no se trata de algo preocupante cuando los niveles de autocontrol funcionan.
Las patologías más frecuentes son la esquizofrenia y el trastorno bipolar aunque existen otras que se concretan en lo que comúnmente se conoce como depresión. Se trata de enfermedades crónicas y, por lo tanto, incurables. El doctor Simón sostiene que el paciente tiene que acostumbrarse a vivir con ellas y a tratar de superarse con la ayudad de todos.
INCAPACITACIÓN
Dependiendo de la situación clínica en que se encuentre cada uno de los enfermos pueden enfrentarse de una u otra manera a la vida diaria y laboral. La incapacitación solamente se produce “cuando la enfermedad les impide relacionarse social y laboralmente”. No obstante, en los últimos años y con la revisión de los parámetros sobre este tipo de enfermedades, se favorece la integración para conseguir la plena socialización y normalización.
Atrás quedan los viejos manicomios, donde los enfermos eran tratados como prisioneros. Ahora lo que se construyen son modernos hospitales para suministrarles un correcto y adecuado tratamiento. Incluso ha cambiado la legislación porque, hasta bien entrada la democracia, el Código Civil vigente recogía en su articulado expresiones como “los locos o dementes” que han sido derogadas por el legislador con la intención clara de no vulnerar los principios constitucionales de igualdad.
Un buen diagnóstico resulta fundamental. El 25% de las consultas diarias que tienen los médicos de atención primaria en cualquier centro sanitario están relacionadas con problemas de salud mental. El 90% de estos pacientes pueden ser atendidos en los centros de salud y solo los casos más graves pasan al especialista. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la complejidad de las patologías suele causar un retraso en el diagnóstico.
La media del tiempo por consulta es de siete minutos. En casos de salud mental, el paciente necesita unos 30 o 40 minutos. Y, además, visitas cada tres o cuatro semanas para realizar el seguimiento. Con estas premisas, resulta difícil facilitar una buena atención a quienes padecen problemas mentales.
Una encuesta realizada hace unos meses entre los usuarios de las unidades de salud mental gallegas mostraba la satisfacción de quienes acuden a estos centros y sus familiares, pero todos coincidían en pedir mejores instalaciones y más accesibles. La claridad de la información que proporcionaba el personal y la eficacia de las unidades aparecían como cuestiones más valoradas. Los puntos negativos eran la falta de apoyo a los familiares para hacer frente a la enfermedad así como el aspecto y la funcionalidad de las instalaciones.
LAS ASOCIACIONES
El asociacionismo de enfermos y familias también ha servido para prestar ayuda a las familias y a los propios enfermos. Acogerse a esta figura jurídica no solo propicia la gestión más eficaz de los problemas que puedan tener sino que sus reivindicaciones se presentan con una única voz. Feafes es la federación que agrupa en el conjunto del Estado a los enfermos y a sus familias. La delegación en Galicia, que acaba de cumplir 25 años, aglutina a una red de centros diseminados por todo el territorio.
Coincidiendo con la celebración del día de la Salud Mental, los distintos centros organizaron esta semana varias jornadas de convivencia y de actividades. Se trata de mostrar, según explican los organizadores, la verdadera realidad de estas personas y romper con los posibles prejuicios y estereotipos que, aseguran desde Feafes, responden en gran medida a un profundo desconocimiento.
Desde Morea, el centro asociado en O Barco de Valdeorras, su director José Rodríguez Ferreira, trata de implicar a los enfermos y a las familias en la vida del pueblo. Los posibles prejuicios se extinguen gracias al sinfín de actividades constantes que se organizan a lo largo de todo el año. El responsable y psicólogo del centro trata de tocar todos los palos, desde los deportes hasta las romerías populares. Una de las últimas iniciativas tuvo que ver con la celebración del día de la Salud Mental. Instalaron unas mesas delante del ayuntamiento y pedían a los ciudadanos que circulaban que se detuviesen un momento y posasen para, con rostros diferentes, crear un árbol, las hojas serán las caras de ciudadanos particulares.
Pero la vida cotidiana de los socios de Morea se reparte entre sus tareas diarias y las horas que pasan en el centro. Por las mañanas, suelen trabajar o permanecen en sus casas y por las tardes se reúnen en la sede en donde, dependiendo del día, se organizan actividades diferentes. Allí se encuentran con sus compañeros de fatigas y faenas para hablar de sus cosas y participar en las labores del grupo.
PROTAGONISTAS
José Manuel es uno de los habituales. Estudió Magisterio. Padece un trastorno bipolar y tiene un perfil de organizador. Es locuaz, abierto y muy curioso. Es frecuente verlo caminar por las arterias principales de O Barco y departir con amigos y con extraños. Su rostro es redondo y su mirada parece escudriñar todo lo que se pone por delante. Confiesa que le hubiera gustado ser periodista, dice por lo de hacer preguntas, y por eso colabora en la revista Bolboreta de la asociación.
Parece no estresarse nunca pero sus actitudes son escépticas. Cuestiona lo que se le dice y lo replantea del tal forma que, como admite él mismo, tiene “respuesta para todo”. Aunque simula ir a remolque, participa en las actividades que se organizan. De su estancia en el centro recuerda con especial cariño su participación en una tertulia radiofónica, en la que, junto con otros compañeros, desmenuzaba la actualidad y daba rienda suelta a su natural escepticismo.
Llegó a confesar que no le importaba que lo llamasen “loco” porque de alguna forma “todos lo estamos”. “Frente a los que dicen que estoy o soy, yo digo: ‘Tú sí que estás”, explica convencido. Su vocación de “hombre ocupado” le lleva a mejorar su formación y acude “a clases de inglés” con el director del centro al que, irónicamente, se refiere como el psicólogo.
Clara es una mujer con dos hijos. Vino hace algún tiempo desde Barcelona; quizás por eso parece tan nostálgica. En sus ojos se adivina una tristeza disimulada por haber dejado en el camino parte de su equipaje. Participa en las actividades, pero con más irregularidad, porque diversifica su atención. Le gustan las fiestas populares y no se pierde ninguna. “Tengo que ver a los niños”, comenta. Transmite entusiasmo al contar su cotidianidad y, cuando se recupere de su artrosis, le gustaría volver a trabajar.
Con José Manuel y con Clara comparten momentos de ocio y de trabajo otros 18 enfermos que tratan de vivir con su problema olvidándose de lo que se dice y haciendo lo que hacen todos. El centro organiza talleres de pintura, marquetería, encuadernación y también hay mesas redondas donde participan en campeonatos de cartas y distintos juegos de mesa.
Cuando el tiempo lo permite, salen de excursión, de picnic u organizan fiestas al lado del río. El deporte también forma parte de sus vidas y compiten en especialidades como el fútbol sala. La dirección quiere que las propuestas traten de satisfacer a la gran mayoría para que el entretenimiento y el ocio les hagan olvidar los prejuicios y las limitaciones ajenas.
Aunque no es el caso, muchos enfermos luchan por vivir plenamente, lejos de los pabellones de internamiento. Los familiares creen que una solución podrían ser los pisos tutelados o alojamientos de régimen abierto, para que pudieran compaginar su vida personal sin abandonar los cuidados necesarios.
Quienes trabajan con enfermos como José Manuel o Clara insisten en la conocida frase que se utiliza siempre en el teatro: “Pasen y vean”. Al comprobar que nada es tan diferente quizás se entienda que formamos parte del mismo árbol y entonces todo resulte más fácil.
FUENTE: tomado de www.xornal.com
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